CRÓNICAS DE UN REPORTERO POLICÍACO
Por: René Martínez
Pandillas
Fue a principios de la década de los años ochenta cuando la sociedad del área metropolitana fue sorprendida por un crimen ocurrido en las calles del primer cuadro de la ciudad en pleno centro, en la calle Juan Ignacio Ramón al cruce con una de las calles que integran el ahora denominado «barrio antiguo».
El caso tenía características que no se habían apreciado anteriormente en los casos de muertes violentas y esto precisamente fue lo que motivó a las autoridades a realizar cuidadosas y metódicas investigaciones para concluir en algo que horrorizó a la ciudad.
El cadáver que fue reportado por los vecinos en horas de la mañana era el de un joven de catorce años cuyo cuerpo presentaba hematomas y fracturas en varias partes del cuerpo que le ocasionaron la muerte en plena calle…. No había antecedentes recientes de un hecho similar y la brutalidad con que fue cometido el asesinato, dio inicio a una época negra para la ciudad de algo que se había venido gestando desde hacía tiempo y que había pasado prácticamente desapercibido por todos los sectores de la sociedad hasta que ocurrió ese homicidio.
No vale la pena poner nombres aquí ni de la víctima ni de quienes fueron relacionados con el caso, solamente que este en particular inició toda una serie de investigaciones que pudieron frenar una tendencia que poco a poco se había extendido entre los adolescentes que quizá tomaron el ejemplo de películas y programas de televisión realizados en el extranjero y copiaron o trataron de copiar estas tendencias con este primer trágico resultado, le violencia urbana protagonizada por las pandillas y protagonizada en películas de origen extranjero que no reflejaban para nada la realidad y cuyas historias eran producto de la ficción y no relataban ningún caso real y estaban llenas de violencia y sus protagonistas eran adolescentes.
Pronto la urbe metropolitana se vio invadida por grupos de jóvenes que trataban de imitar a los protagonistas de éstas violentas filmaciones sin saber que estaban imitando a una ficción.
La más relevante de estas películas extranjeras fue una llamada «The warriors» que relataba paso por paso la violencia entre pandillas adolescentes y los crímenes que sus integrantes realizaban en su esfuerzo por establecer la supremacía de cada uno de los grupos que en realidad eran bandas de criminales.
Sin saber que eran historias falsas, grupos de jóvenes principiaron a imitar estas conductas delictivas y pronto aparecieron por toda la ciudad grupos de pandilleros tratando de rivalizar unos contra otros en enfrentamientos callejeros tal como aparecía en estas filmaciones.
Un enfrentamiento entre dos grupos de jóvenes había desencadenado en la brutal agresión entre varios, contra del muchacho de catorce años que fue victimado a golpes en plena calle en horas de la mañana sin que nadie hiciera nada por evitarlo ni recibiera atención médica alguna antes de morir.
Pronto se supo lo ocurrido…. había rivalidad entre dos grupos de jóvenes que ocupaban algunas áreas de la ciudad uno de ellos se autonombraba «Los cholos», imagen copiada de las pandillas del sur de california, que utilizaban la típica vestimenta del «pachuco» que hiciera popular el cómico de teatro y cine German Valdés «Tin tan», quien a su vez copió el atuendo de los entonces jóvenes de la frontera de Tijuana.
Era simple…. Un pantalón color caqui bombacho zapatos brillantes con un acabado que no ameritara que fueran boleados para brillar, una camisa de manga larga holgada y un saco que también les quedaba grande y que ridiculizara en las películas el cómico conocido como «Clavillazo»… Su distintivo y su orgullo era vestir así…y con esta vestimenta deambulaban en grupos por el centro comercial de la ciudad.
El otro grupo involucrado en el crimen se hacía llamar «Los brothers» y también tenían una vestimenta para identificarlos por todos, usaban el pelo largo hasta el hombro con un corte que entonces era denominado en los salones de belleza de las damas como «En capas», y un pequeño fleco sobre la frente que no les tapaba los ojos y la mayoría de las veces, era rizado artificialmente.
Las ropas eran simples también, una camiseta negra con un pantalón oscuro o de mezclilla y también deambulaban en grupos por las calles del centro de la ciudad.
¿A quién afectaban estos estilos de moda entre los jóvenes? a nadie… quizá por esto los sectores de la sociedad no prestaron atención a estas señales de alarma.
A raíz de la definición de estos grupos de jóvenes pronto surgieron entre ellos las rivalidades y los enfrentamientos tratando también de emular a lo visto en el cine en películas extranjeras y la violencia se desbordó poco a poco entre las calles del centro de la ciudad hasta que ocurrió el crimen y que motivó la intervención de las autoridades.
Lo que encontraron los investigadores aterrorizó a todos. El problema no era tanto con los «Cholos» cuyos miembros estaban asentados en una parte del centro de la ciudad con miembros aislados en algunas colonias y que pertenecían de alguna manera a esta pandilla, pero no era así con los «brothers».
La detención de varios miembros de la banda puso en claro lo siguiente: Muchos de los integrantes de esta pandilla ya no residían en sus domicilios, habían abandonado los estudios y se negaban a vivir con sus familiares.
Los integrantes de la banda tenían una o dos casas en el centro de la ciudad donde vivían en comunas varios miembros de la pandilla entre los que se hallaban hombres y mujeres muchos de ellos menores de edad.
¿Quién los mantenía?… y ¿Cómo pagaban sus gastos?… esto fue lo que se halló tras el interrogatorio a algunos de los «brothers»: Tenían un lenguaje particular de símbolos que la sociedad desconocía y que plasmaban en las paredes de la ciudad como «graffitis…. signos que no entendían los diversos sectores de la población pero que fue decodificado por las autoridades. Por ejemplo, en la pared había algo que parecía un garabato y que había sido grabado usando tintura negra de aerosol que parecía a todas luces inocuo y sobre todo en las paredes del centro de la ciudad de lugares más concurridos como la calle Morelos. ahí estaban estos símbolos usados por la pandilla…. uno podía significar «Vendo M4ihu4n4″… Y el joven que se paraba ahí era quien la ofrecía a quien se sabía el significado del símbolo y conseguía discretamente su dosis. Otro de los signos significaba «Vendo mi cu3rp0″… y jovencita o joven que se paraba bajo este signo estaba buscando «cliente».
Pero eso no era todo… tenían ya casas propias en Monterrey en Guadalajara y hasta en la ciudad de Acapulco que fungían como refugio para estos jóvenes delincuentes y la banda operaba en varios estados del país como toda una organización criminal.
Lo asombroso del caso es que no había adultos o personas mayores entre ellos….se trataba de adolescentes. Pero no solamente la venta de drog4 o la pr0s7i7uci0n eran sus ingresos, metódicamente atracaban tiendas de conveniencia de las que abren 24 horas y obtenían pequeñas cantidades de dinero de cada tienda, pero como los atracos eran planeados y casi simultáneos en varios de estos lugares hacían difícil a las autoridades enfrentar este problema.
La detención de algunos de estos jóvenes que revelaron los códigos a la policía permitió que fuera desmantelada la banda y uno de ellos que resultó ser menor de edad resultó con cargos que le significaron muchos años de cárcel tras su captura.
Los delitos eran; Corrupci0n de m3nor3s, asalto a m4no 4rm4da, entre otros…. y cuando se hicieron públicas las detenciones la banda desapareció totalmente.
En pocos días ya no se vio a grupos de jóvenes con sus camisetas color negro y el corte de pelo que los identificaba como integrantes de la pandilla.
La captura de varios de ellos puso fin a este capítulo negro de la historia urbana del crimen de Monterrey y su área metropolitana que por primera vez había sido víctima de la violencia de adolescentes seducidos por la falsa creencia del crimen ejemplarizada por las películas de pandillerismo.