junio 19, 2025 5:48 am
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EL CASO DE LA PROLIFERACIÓN DE P4ND1LL4S EN EL AREA METROPOLITANA DE MONTERREY

EL CASO DE LA PROLIFERACIÓN DE P4ND1LL4S EN EL AREA METROPOLITANA DE MONTERREY

Crónicas de un reportero policíaco

Por: Rene Martínez

Sin que nadie se diera cuenta en la gran ciudad fueron proliferando, desde los barrios del centro histórico, ubicado en el corazón de la inmensa urbe, hasta en las colonias, las pandillas de adolescentes a principio de los años ochentas

Se volvió un verdadero cáncer de la sociedad, predominaban dos que se autodenominaban “Los Cholos” Cuyos integrantes vestían ropa imitando la vestimenta de Tin Tan, el clásico “pachuco”, y la de los “Brothers” que vestían jeans de mezclilla, camisas negras y todos mostraban el mismo corte de pelo que, entonces, las muchachas que iban a los salones de belleza denominaban “en capas”.

Fleco en la frente y largo de atrás con medios rizos. El peinado y los jeans los identificaban plenamente, pero nadie se dio cuenta de ellos, hasta que sus miembros habían invadido casi todas las colonias de la ciudad en sus dos modalidades.

Llamaron la atención de la ciudad cuando hubo un pleito entre ambos bandos en las calles del centro de la ciudad y un joven de quince años cayó mu3rt0 a golpes de piedras de gran tamaño y algunas heridas de arma blanca.

No pondré su nombre aquí pues era menor de edad, murió tras haber cumplido los quince años, pero lo cruel de su muerte, investigada por las autoridades del Estado, puso al descubierto lo que se pretendía ignorar hasta el momento y que se había convertido en un riesgo para la seguridad de toda la población: Las pandillas urbanas.

Lo incrementó aún más una película de origen norteamericano que se proyectó en los cines en aquel entonces “The Warriors”, que mostraba los enfrentamientos de jóvenes de diferentes pandillas y sus costumbres en una de las grandes ciudades de Norteamérica y que fue imitada rápidamente por los jóvenes de las grandes ciudades.

Las autoridades intentaban abordar la situación y ponerle solución, pero las redadas no daban resultado pues se trataba de menores de edad en su mayoría, y de infracciones menores que impedían su detención.

Los menores quedaban libres tal cual lo marca la ley, pues eran infractores, no delincuentes.

No se trataba de realizar detenciones arbitrarias de jóvenes, tampoco, sino de frenar el problema del pandillerismo que cada día afectaba más a todos.

Pronto empezaron los atracos a tiendas de conveniencia de estas bandas de pandilleros.

Los asaltos a transeúntes y los enfrentamientos violentos entre ellos, en la disputa del control de las calles del centro de la gran ciudad y de sus colonias.

Las pandillas con mayores devotos eran dos “Los Cholos” Y “Los Brothers” como ya constataban las fuerzas policiales y contaban ya con varios cientos de miembros identificados.

Los servicios de inteligencia de la policía entraron en acción. “Los Brothers por ejemplo ponían un símbolo extraño en las paredes de algunos sectores de la ciudad principalmente en el centro, que pasaba desapercibido por el resto de la ciudadanía que lo veía como un garabato hecho con pintura de aerosol en la pared.

Nadie le prestaba la atención que esto merecía, pero ya se investigaba esto y otros actos de estos pandilleros, poco a poco, paso a paso y midiendo todo y acumulando datos en cada investigación.

Las pandillas principales estaban bajo observación ya de la policía pues pronto también aparecieron casos de jovencitas desaparecidas y otras vi0l4das, todas ellas menores de edad.

Las cosas se tornaban cada vez más graves, y dentro de estos acontecimientos, de repente, la policía convocó a todos los medios a una conferencia de prensa, a la que acudieron representantes de radio, prensa escrita y televisión.

Se dio a conocer la captura y detención de uno de los cabecillas de “Los Brothers” a quien se le imputaban varios delitos y se puso al detenido a disposición de los periodistas para que lo entrevistaran.

A la gran mayoría no les pareció de importancia la captura del “JR” cuyo apodo se lo habían impuesto los miembros de su pandilla a raíz de un programa de televisión que se llamaba “Dallas” y uno de los personajes de la serie llevaba este nombre.

Los reporteros le hicieron algunas preguntas y se retiraron. Yo estaba al fondo de la sala observando y cuando se retiraron todos lo pude abordar, pues trabajaba para uno de los periódicos más importantes de la ciudad.

Le pregunte para confirmar su nombre y su pertenencia a la pandilla antes referida y lanzándome una mirada que acusaba desprecio y orgullo lo confirmó mostrándose seguro de sí mismo, lo que era y representaba.

Y a su manera relató su historia, había varias casas en el centro de la ciudad solitarias y abandonadas que la pandilla había detectado y las tomaban como refugios de sus agremiados, tanto hombres como muchachas, donde se podían quedar.

¿Sus actividades?, la venta de dr0g4s y la pr0st1tuc1ón tanto de muchachas como de jovencitos al mejor postor. Por eso eran los símbolos que pintarrajeaban en las paredes hasta el centro de la ciudad.

Los símbolos podían significar: “Vendo dr0g4” y el joven que se paraba ahí surtía de en3rv4ntes a los que se acercaban a pedirle y los mandaba a otra distancia donde había un vehículo con el en3rv4nte que podía ser desde hierba hasta p4st1llas ps1c0tróp1cas.

Mandaban a las chicas a pararse junto a otros símbolos de la banda que significaba “Me v3nd0” y otros miembros de la banda le conseguían clientes para pr0st1tu1rla.

Y esto lo relató el “JR” con mucho orgullo, pues decía que dejaba mucho más dinero que el trabajar en una oficina o en una fábrica y era fácil de hacer y rápido de conseguir.

Tenían “casas sucursales” en Acapulco, California Sur y otras ciudades con playas con las que intercambiaban miembros.

Cuando pude conversar con el joven, y me relató todas esas cosas y ser ad1ct0 a los en3rv4ntes al igual que otros de los miembros de su pandilla a las dr0gas.

Relató y aceptó los atracos a establecimientos comerciales y reconoció como suyas una p1st0la rev0lver calibre .38 y una navaja que le encontraron entre las ropas cuando fue detenido, y aceptó que eran de su propiedad, al igual que unas pastillas consideradas como dr0ga.

Ya me había relatado algo el comandante que lo detuvo; junto con él fueron detenidos otros algunos menores aun de edad.

Entonces le dije esto: ¿Sabes de que delitos se te acusa y su penalidad?, o sea, ¿los años de cárcel que te esperan por lo que estas confesando libremente?

Contestó que no lo sabía.

El comandante de la policía investigadora me dijo que lo habían identificado plenamente hacía varios meses, pero estaban esperando, porque aún tenía 17 años y de acuerdo con la ley era menor de edad, así que pensaron esperar y un día después que cumplió los 18 lo capturaron, pues se generaron rápido las ordenes de aprehensión en su contra.

Yo le dije si le parecía bien un comentario y accedió a escucharme, entonces fue cuando le aclaré: “Por robo a mano armada a establecimientos y otros, son diez años de cárcel; por corrupción de menores son ocho; por haber tenido relaciones s3xu4les con una menor de edad son otros ocho, mínimo; Por el porte del arma sin permiso, son otros cinco; por asociación delictuosa hay un agravante de tres años; por tráfic0 de dr0gas, que es delito federal, son de seis a diez.

Si acaso causaste lesiones a alguien en alguna riña, pueden ser más años a criterio del juez, pero tienes 18 ya eres procesable y de seguro te sentenciarán a más de cuarenta años de prisión si te siguen procesos independientes en cada delito.

O sea que saldrás de la prisión casi a los sesenta años, porque si dentro de la cárcel cometes otro delito se puede incrementar tu condena”.

Pude ver como palidecía su rostro luego de escucharme.

Y mientras un compañero tomaba fotos de su rostro pude ver las lágrimas brotar de sus ojos y en silencio fue conducido a celdas.

Cuando se supo de su captura y detención al igual que otros pandilleros se pudo poner fin al problema del pandillerismo en la gran ciudad. Nunca más escuchamos hablar de “Los Cholos” y “Los Brothers» pues la captura del “JR” les quitó la idea a los jóvenes de formar pandillas.

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