Por: René Martínez
La Confesión
Era un lunes por la tarde…
La ciudad se hallaba en calma, menos en las calles del centro en las que los principales cruceros como el de la calle Benito Juárez y Juan Ignacio lucían abarrotadas pues las principales tiendas comerciales se hallaban asentadas en el crucero.
Principalmente tiendas de ropa y zapaterías a las cuales la gente acudía en masa por costumbre buscando mejores precios y las ofertas que caracterizan a las grandes cadenas de tiendas.
En una de ella dedicada a la venta de calzado, a bordo de un auto de alquiler llegó un hombre de mediana edad cuyo nombre no reproduciremos aquí por lo singular de su acto.
Luego de bajar del carro de alquiler que se estacionó frente a la tienda de ventas de zapatos, una de las más grandes del centro de la ciudad y mientras el taxista lo esperaba, entró a la tienda amagó a la cajera con un arma y le pidió le entregara cinco mil pesos de la caja.
De hecho producto de las ventas había mucho más dinero en poder de la cajera que le dijo que tomara todo el efectivo a lo cual el asaltante solitario reafirmó con voz clara…. Déme cinco mil pesos.
La cajera temiendo por su vida al verse amagada con el arma procedió a contar el dinero y le entregó justo el dinero que el hombre pedía.
Con el efectivo en la mano el hombre salió de prisa, abordó el auto de alquiler que lo esperaba y emprendió la huida con rumbo al norte de la ciudad.
No faltaron los testigos que tomaron las placas del auto y modelo y color para luego proporcionar estos datos al gerente de la tienda quién a su vez solicitaba la presencia de la Policía para solicitar la investigación correspondiente y asentar formalmente la denuncia.
Llegaron los investigadores y procedieron a interrogar a los empleados de la tienda y a tomar fotografías del lugar mientras eran difundidos los datos del auto para buscar al conductor del taxi y al asaltante solitario que había logrado un parco botín.
Enfrascados en los interrogatorios se encontraban los agentes investigadores cuando recibieron el llamado por la frecuencia de radio de las patrullas que cancelaran los interrogatorios en la zapatería y solo levantasen la declaración del gerente.
De la misma forma se les ordenó regresar a todos a la jefatura de policía para realizar otras investigaciones pendientes pues el solitario asaltante del establecimiento ya se había entregado así como el arma que utilizó para cometer el atraco.
Los periodistas fueron llamados a la central de la policía para presentar al asaltante que se había entregado en las oficinas de la entonces Dirección de la Policía Judicial así como el arma pero no entregó el dinero robado.
El hombre de mediana edad fue presentado a los periodistas en las oficinas de la policía plenamente confesó de haber perpetrado el robo y fue mostrada también el arma que había utilizado para esto: Una pistola sin balas.
Se trataba de un hombre de mediana edad, desempleado quien al verse rodeado por los periodistas relató su historia.
Llevaba ya varios meses sin empleo y sin poder conseguir trabajo alguno pese a intentarlo de diversas formas y era casado y con familia.
Con voz entrecortada explicó que uno de sus hijos menores de edad había enfermado y lo internaron de emergencia en el Hospital donde fue atendido de inmediato días antes y logró recuperar la salud.
Ahí estaba el problema…. el costo de la atención médica hospitalaria de su hijo y medicamentos ascendía en esos años a cinco mil pesos.
El equivalente al sueldo de varios meses de un obrero, y dinero que no tenía para poder hacer los pagos de medicamentos que ya debía en el hospital.
Fue entonces cuando consiguió el arma y decidió hacer el atraco.
Por eso cuando le ofrecieron el total de la caja registradora, insistió en que sólo le fueran entregados los cinco mil pesos y con ellos en la mano se dirigió al auto de sitio el cual abordó para dirigirse al hospital privado y pagar la cuenta pendiente de la atención de su hijo pequeño.
Todos quienes le escuchamos guardamos silencio.
No sabíamos que en ese momento el gerente del establecimiento en las oficinas de la Policía se había hecho presente para retirar la denuncia por el robo cometido por el hombre.
No hubo acusación en su contra.
Los cargos fueron totalmente retirados por parte de la administración de la zapatería y el hombre de inmediato fue puesto en libertad.
Todos guardamos silencio…. optamos por no publicar su nombre pues ni siquiera quedó asentado en los registros de la policía.
En mi vida como periodista, fue la única vez que pude saber del caso de un asaltante a mano armada de un establecimiento que tras entregarse fueseo puesto inmediatamente en libertad al reconocer abiertamente ser el autor del atraco y entregar a las autoridades el arma que había utilizado.
Ni siquiera ingresó a celdas luego que el comandante de investigaciones de robos se enteró de lo ocurrido y fue ordenada su inmediata libertad luego que terminaran de realizar las entrevistas los periodistas.
En los archivos de la policía sus datos no fueron registrados, ni le fue exigido que regresara el dinero, al tiempo que se organizö una colecta entre los policías para tratar de ayudarlo a enfrentar sus problemas económicos.
El caso estremeció a toda la ciudadanía al darse a conocer por los diferentes medios de comunicación.
Y su nombre fue olvidado para siempre.