VISIÓN POLÍTICA
Por: El Visor
NADA PARA NADIE
Al iniciar ayer domingo el periodo de dos meses en los cuales candidatos y partidos políticos buscarán convencer a la ciudadanía de que son la mejor opción para gobernar desde las alcaldías, y hacer reformas legales para bien de todos desde el Congreso local, técnicamente se puede decir que todos arrancan en 0, es decir, no hay preferencias marcadas para unos u otros.
Emparejada con la elección presidencial y la renovación del Congreso de la Unión, el proceso electoral de Nuevo León se antoja complicado y con muchas lecturas.
Son dos frentes políticos entrelazados, que al momento de que cada elector acuda a las urnas bien podría decidir en bloque o, con un análisis más complicado, cruzar su voto en pro de los distintos proyectos de gobierno.
Por un lado, las dos grandes coaliciones, Fuerza y Corazón por México integrada por PAN, PRI y PRD, y Juntos Haremos Historia en Nuevo León buscarán arrebatarle a Movimiento Ciudadano más de una veintena de alcaldías y ganar el Congreso local, para así consolidar su proyecto en el caso los morenistas y aliados, o revivir o sobrevivir en el caso de panistas, priistas y perredistas.
Se juegan pues, su futuro en el corto y largo plazo.
AMLO Y SAMUEL, PIEZAS CLAVES EN EL AJEDREZ POLÍTICO
De entrada, las y los electores evaluarán el desempeño, éxitos y fracasos, y expresarán sus filias y fobias hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Samuel García Sepúlveda.
Quieran o no, ambos estarán en la boleta electoral de una manera directa y eso marcará, cuando menos en la entidad, el futuro de sus partidos Morena y Movimiento Ciudadano.
Si bien las encuestas de intención de voto marcan una tendencia favorable hacia la aspirante presidencial Claudia Sheinbaum y los “éxitos” de AMLO, generarían una ola de simpatías hacia los candidatos de la coalición Juntos Haremos Historia en NL; principalmente los candidatos al Senado Judith Díaz y Waldo Fernández, y la mayoría de quienes buscan una diputación federal, muchos de ellos desconocidos por la población, caer en la confianza y el confort, sería el mayor error.
Solo recuerden las elecciones del 2021, en las que Morena y compañía casi son borrados de la historia del estado, con el fracaso de Clara Luz Flores en pos de la gubernatura y del traidor Víctor Fuentes Solís, quien abandonó la candidatura a la alcaldía de Monterrey a menos de 15 días de la votación.
Por su parte, la alianza de Acción Nacional, el Revolucionario Institucional y el partido del Sol Azteca tiene flancos positivos, pero a la vez carga lastres muy pesados. En nada abona a favor de su proyecto el que se haya cambiado en dos ocasiones al candidato panista al Senado de la República bajo argumentos de salud o de índole personal.
El mensaje para los electores es que de antemano se dan por perdidos ante el bulldozer Morena. Y esa actitud derrotista daña a las y los candidatos a diputados federales.
Pero si el PRIANPRD tiene complicada la elección, peor es para Movimiento Ciudadano aun y con Luis Donaldo Colosio Riojas como primera opción de la fórmula que comparte con Martha Herrera, ex secretaria de Igualdad del gobierno estatal.
La pésima gestión del vástago del malogrado aspirante priista Luis Donaldo Colosio Murrieta, junto con la guerra de alta intensidad que libró con su compadre Samuel García, no sólo le impidió postularse bajo el eslogan de la Esperanza para México a la candidatura emecista por la Presidencia de México, sino incluso, obligarlo a desistir en buscar la reelección por la alcaldía de Monterrey.
Internamente, las huestes naranjas reconocen que la campaña de Herrera y Colosio no funciona, no prende, ni mucho menos convence. Incluso, la personalidad de ambos ya les ha provocado roces y se han dado enfrentamientos entre sus colaboradores más cercanos.
POTENCIAL DERROTA EMECISTA
Con candidatos a alcaldías y diputaciones locales desconocidos, pese a atraer a artistas o conductores de televisión, MC y el gobernador como jefe político, juegan a la ruleta rusa en este proceso.
García tiene su principal apuesta en ganar la presidencia municipal de Monterrey con su esposa Mariana Rodríguez, con miras de que en 2027 ella pueda aspirar a sucederlo en el cargo, mientras él consolida su proyecto hacia la presidencia de México en el 2030.
Ambicioso plan pues, que suena bonito y hasta perfecto como trama de una serie de Netflix.
Pero antes de todo esto, está la realidad real.
Los escenarios para la llamada Ola Naranja son harto complicados: Por un lado, la alcaldía de Monterrey no solo es chalupa y buenas como en la lotería, sino que la esposa de Samuel tiene enfrente al ex alcalde Adrián de la Garza y toda una estructura electoral y social que funciona cuando más se requiere para favorecerle en un posible triunfo en las urnas.
Agregue usted el nulo desempeño de Colosio Riojas como alcalde, calles sucias, llenas de baches y oscuras, pésima vialidad, sin obra pública destacada y corrupción, un lastre que, sumado al descontento ciudadano hacia el gobernador por la falta de agua, la nula movilidad con rutas de camión y Metro caro, y la creciente violencia e inseguridad, le hacen harto complicado el escenario a Mariana Rodríguez, pese a sus miles de seguidores en redes sociales.
Amén, ganar Monterrey representa cuando menos ocho diputaciones locales, más otras que pudiera ganar MC en la zona metropolitana y zona rural que, de ganarse, le daría un fuerte respaldo en el Congreso a Samuel García para transitar con mayoría legislativa la segunda parte de su sexenio.
Pero perder Monterrey y la mayoría de curules en el Poder Legislativo, serían la peor pesadilla para quien hace unos meses se soñaba ocupar Palacio Nacional.