julio 18, 2025 11:37 pm
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EL CASO DEL MÉDICO QUE NO CONOCÍ

EL CASO DEL MÉDICO QUE NO CONOCÍ O “EL SILENCIO DEL DOCTOR”

Crónicas Policíacas

Por: Rene Martínez

A finales de la década de los años setentas, fui comisionado para cubrir la información periodística que pudiese brotar en la penitenciaría estatal del Estado de Nuevo León, conocido entre la gente cómo «Penal del Topo Chico». Yo era el nuevo en la redacción del periódico y los que tenían antigüedad no estaban interesados en ir a buscar esa información-

Aún no cumplía con los veinte años y no sabía que ese lugar en los periódicos, era asignado a los nuevos o como castigo a los que no se portaban bien con las normas de trabajo, pero me pareció todo un reto y empecé a hacerlo para cumplir con las órdenes.

Uno de los periodistas con más experiencia, al saberlo, me dijo que buscara al «Doctor Ballí» para que lo entrevistara y sería un buen tema.

Me comentó que se trataba de un homosexual, que había victimado a su novio por celos mediante una cena en la que le administró un somnífero y luego de esperar a que se durmiera, lo desangró y seccionó su cadáver metiendo los restos en una caja de cartón que luego, sepultó a medias en un baldío a orillas de la ciudad.

El caso me pareció interesante y ese mismo día solicité al director del Penal del Estado la entrevista por lo cual le pasaron al doctor mi recado, pero, se negó a ser entrevistado.

Me invadió la curiosidad e indagué el caso, su nombre era Alfredo Balli, y en el año de 1959 fue cuando cometió el crimen que horrorizó a toda el área metropolitana de Monterrey cuando se supieron los pormenores del crimen.

Una vaca, que buscaba comida y había sido atada a un árbol por su propietario en el mismo baldío y hurgaba en el lugar, al arrancar matorrales, descubrió la caja de la cual salían malos olores por los restos putrefactos que había en su interior.

Cuando el dueño de la vaca regresó por ella, pudo detectar el mal olor y al indagar vio la caja y su contenido y decidió dar aviso a las autoridades.

Así se iniciaron las investigaciones y la pista que sirvió como base a los agentes policiacos fue que los cortes de carne humana estaban hechos con gran precisión, de tal manera que parecían hechos por un cirujano, más tarde la autopsia a los restos revelaría que se trataba de un hombre joven.

Fue detectado también entre los restos el somnífero y poco a poco se fue integrando la averiguación y al comprobar la edad de los restos con la de hombres denunciados como desaparecidos, pudo establecerse la identidad del cuerpo destrozado.

Los cortes hechos con bisturí delataron la identidad del homicida que fue detenido e internado en la prisión del Topo Chico, mientras que los investigadores continuaban en el caso pues había otros hombres jóvenes en calidad de desaparecidos y se suponía que podían haber sido víctimas del Doctor Balli.

Pero no se quería que la sociedad supiera que habían detectado un homicida del tipo serial, cuya historia podría ser digna de una película de terror.

Alfredo Ballí Treviño, era un joven médico de entonces 20 años, quien recibió la visita de Jesús Castillo Rangel, estudiante de medicina de 28 años con quien sostenía una relación sentimental y atizado por los celos y la juventud de su amante cometió el crimen.

Cuando fue entrevistado por los hechos confesó abiertamente ser el autor del crimen y ante las autoridades explicó con lujo de gran detalle la manera en que ocurrieron los hechos y desde entonces, fue encontrado culpable del delito de homicidio e internado en el Penal mientras que el juicio lo sentenció a veinte años de prisión.

Cuando yo intenté la entrevista, faltaba poco tiempo para que cumpliera su condena, y se negó a ser entrevistado, tal vez porque no quería que la sociedad regiomontana pudiese recordar, ahora con horror, lo que había hecho.

Logré saber que, dentro de la penitenciaría, se convirtió en el médico de todos los internos, pudo poner su consultorio y los atendía gratis a todos, convirtiéndose así en un personaje de leyenda entre los presos y que se ganó el cariño de todos.

Mi entrevista hubiera dañado, públicamente, esta imagen que había logrado, de ser una persona generosa.

Poco tiempo después, cumplió con su condena, a pesar de que las autoridades sospechaban que había incurrido en otros crímenes similares y salió en libertad. Su caso era algo que la sociedad quería olvidar.

Sin embargo, años antes de que yo lo intentara, lo pudo entrevistar un periodista norteamericano, ya que alrededor de diez años antes, el joven periodista Thomas Harris fue quien lo hizo y la entrevista la publicó en la revista: «Argosy».

Cerca de treinta años después, fue esta entrevista la que propició el guion de la película «El silencio de los inocentes» que señala como médico homicida y caníbal al personaje ficticio «Aníbal Lecter» historia que fue inspirada en los actos del famoso doctor Balli, quien cuando salió de prisión, tras cumplir la sentencia, pudo establecer su consultorio para la gente pobre en la colonia Talleres donde era muy querido por los vecinos de la calle «Artículo 123» quienes nunca sospecharon que era un reconocido homicida.

Luego de pagar su culpa, había ejercido su carrera de médico, proporcionando consultas baratas a la gente pobre en Monterrey y cobrando precios módicos por sus servicios, que muchas veces fueron gratuitos para aquellos quienes no podían pagar por sus atenciones.

Nunca supe tampoco, en las décadas que ejercí la profesión de periodista, que alguien quisiera entrevistarlo y eso me hizo estar seguro de que era un crimen que la sociedad total había decidido olvidar.

La película tuvo tanto éxito que se convirtió en una saga del género policial, y al enterarme de esto solo me queda pensar que hubiera sido una buena cosa que, en esos años, pudiese entrevistarlo y ver que declaraba el ahora doctor, a quien los celos convirtieron en un homicida. O quizá ya lo era.

Yo como periodista; ¿qué derecho tenía de publicar algo de sus hechos anteriores, acerca de aquel profesionista de la medicina que intentaba, a toda costa, reivindicarse y dedicarse en paz a su profesión y proporcionar ayuda a la gente de escasos recursos que no podía pagar una clínica y una consulta cara?

Tal vez por esa razón, no quería acceder a entrevista alguna sobre lo que había pasado años atrás y quería que todos se olvidaran de eso, lo cual ocurrió.

El hombre pudo ejercer su carrera y vivir para luego morir en paz.

Pude saber que murió en el año 2009, mientras era un profesional muy querido por todos sus clientes y vecinos de la colonia talleres.

Sigo pensando que me hubiera gustado entrevistarlo en aquellos años y escuchar su historia de viva voz.

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