septiembre 8, 2024 12:24 pm
Home > EDITORIAL > VISIÓN EDITORIAL

VISIÓN EDITORIAL

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

Una mejor sociedad; una comunidad solidaria.
Por: Edilberto Cervantes Galván.

La aparición del COVID 19 tomó por sorpresa a todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud, que fue concebida para enfrentar los problemas de salud de la humanidad, fue incapaz de diseñar e implantar una estrategia a escala global; cada gobierno nacional reaccionó como pudo ante el contagio. Después de 1 año y medio, la disposición de vacunas es el único elemento que ofrece esperanza de controlar la pandemia; aunque la protección no es del 100 por ciento y se mantienen los riesgos si no se observan los protocolos.
Las medidas de control para reducir la movilidad de la población y con ello el riesgo de contagio, provocaron un impacto negativo en las actividades económicas. Muchos trabajadores fueron despedidos; se impulsó el trabajo “desde casa”, con quienes tienen conectividad y equipo informático. Las actividades económicas que requieren presencia humana tuvieron que interrumpirse. La “industria” del entretenimiento fue de las primeras en verse afectada y también de las primeras en protestar ante las medidas de confinamiento.
En la carrera por recuperar la actividad económica se llegó a poner en la balanza de las decisiones públicas la urgencia de lo económico por encima del cuidado de la salud. Hoy en día se conforman grupos de interés para demandar la mayor apertura de sus negocios. El hecho es que algunos países, como China, Corea del Sur, han logrado reactivar su economía y mantener bajo control la epidemia. En tanto que otros, como algunos europeos, han padecido segundas y terceras oleadas de contagio. Los grandes “ganadores” han sido las empresas ligadas a la economía digital y las farmacéuticas. Estas últimas defendiendo a capa y espada la vigencia de sus patentes; a pesar de que una buena parte de la humanidad no tiene acceso a las vacunas. Los grandes “perdedores” han sido los trabajadores que no tienen un seguro contra el desempleo.
Los riesgos de la pandemia no han sido suficientes para hacer reflexionar sobre la necesidad de modificar los patrones de comportamiento económico. A pesar de que en un año y medio se produjo un proceso de hiper concentración de la riqueza, mayor que lo observado en los últimos veinte años, y que la pobreza está afectando a capas más amplias de la población, son muy pocos los gobiernos que se están planteando medidas para reducir la desigualdad.
El sistema educativo también está enfrentando una urgente necesidad de cambiar. El cierre de las escuelas fue una medida necesaria. Las opciones para estudiar desde casa develaron la extrema desigualdad de recursos y condiciones de vida de las familias. Y no son solamente los alumnos, los maestros también tuvieron que adaptarse a una situación extraordinaria. La disponibilidad de recursos digitales está haciendo la diferencia; sin que eso signifique superar los desafíos pedagógicos que supone el aprendizaje “en línea”. Habrá que revalorar la educación presencial y la viabilidad de la educación a distancia (por TV o Internet). Las habilidades digitales deben ser ya parte de la alfabetización educativa. Habría que establecer cuáles son los conocimientos básicos y las competencias esenciales en materia de ciencia, tecnología y salud, con un enfoque práctico a la vida cotidiana, al mundo del trabajo y con actitudes positivas hacia la vida en sociedad. Servicios de educación pública con cobertura universal y de calidad homogénea.
Las prácticas de salud y de sana alimentación son otro aprendizaje social que habría que consolidar. Los riesgos del contagio se reducen si se actúa conforme a los protocolos que se han divulgado ampliamente y la buena alimentación deja de lado los alimentos “industrializados”. La prevención debe ser la guía para los servicios de salud. Pasar del enfoque curativo al preventivo es un paso necesario. Los servicios de salud deben prestarse independientemente de la condición laboral o de ingreso de las familias: servicios de salud pública de cobertura universal.
Se trata de aprovechar los aprendizajes colectivos que está propiciando la pandemia, para impulsar una nueva sociedad. La agenda se puede desarrollar desde el nivel de la comunidad, ampliarlo a nivel regional, llevarlo al plano nacional y al internacional.
Habría que hacer vigentes prácticas y normas de convivencia que nulifiquen la violencia; eliminar las conductas que discriminan por razón de raza, sexo o preferencia sexual; y que el respeto a la persona, al ser humano, sea de observancia general. Todo esto se construye desde el hogar, desde el seno familiar. Por allí se puede empezar.
La humanidad atraviesa por una coyuntura global que plantea retos muy similares para todos los países. La ONU debiera impulsar una agenda mundial para el cambio en la dirección de una sociedad más sana e igualitaria. Es posible desarrollar una cultura que valore la igualdad de oportunidades y de realidades para todos los seres humanos sin importar el país en el que viven. Una cultura del cambio, con creatividad, para un mundo mejor. Los retos son globales, se reclaman esfuerzos globales.
Mientras las fuerzas políticas e intereses nacionales se debaten en el encono y el conflicto político con visiones de corto plazo, una nueva sociedad: una comunidad más solidaria y unida, se puede construir desde abajo, desde la comunidad y desde arriba, desde los organismos globales, con una visión a largo plazo. Las empresas transnacionales son sujetos con gran responsabilidad ante los desafíos de la humanidad.

You may also like
VISIÓN EDITORIAL
VISIÓN EDITORIAL
VISIÓN EDITORIAL
VISIÓN POLÍTICA