septiembre 20, 2025 2:34 pm
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EL CASO DEL HIJO MANTENIDO

EL CASO DEL HIJO MANTENIDO

CRÓNICAS DE UN REPORTERO POLICÍACO

Por: Rene Martínez


Había decidido empezar el turno temprano, me tocaba de noche y se suponía que entraba a trabajar después de las 23 horas, pero a esa hora no ocurría nada importante, muchas veces los sucesos noticiosos que involucraron a la policía o a los puestos de socorros ocurrían al anochecer.

Por eso a veces empezaba a recabar información para el periódico mucho más temprano que la hora señalada para mi entrada.

Al llegar al edificio de la policía municipal de ciudad Guadalupe, me dirigí hacia el fondo donde estaba la entrada a celdas y la barandilla que colindaba con el patio del estacionamiento de la corporación para las patrullas y saludé a los oficiales en turno mientras me disponía a revisar los informes sobre las personas detenidas y el motivo por el cual perdieron su libertad. 

Desde ahí pude ver a dos patrullas con tripulación que se disponían a salir y pregunté qué pasaba al sargento responsable a lo cual contestó: Un auxilio aquí cerca en la colonia Zaragoza.

Luego me preguntó: ¿Quieres ir?

Como yo asentí, me pidió que me agregara a una de las patrullas como tripulación.

Efectivamente el lugar a donde llegamos era a unas pocas cuadras al norte del edificio de la corporación en una casa pequeña situada en el centro de un terreno grande que se hallaba cercado por una puerta de malla ciclónica y al frente de la puerta principal se hallaba un hombre de la tercera edad quien vestía ropa sencilla y saludó amablemente a los policías uniformados al verlos llegar.

Cuando se aproximó el sargento al hombre, yo me dispuse a acercarme y me di cuenta que lo trataban con familiaridad pues había laborado toda su vida como oficial de tránsito municipal, pero había logrado jubilarse años atrás.

De repente de la puerta principal de la casa salió un joven de alrededor de 25 años que se paró a un lado del hombre en silencio.

El agente jubilado habló y yo pude escucharle. Recibía una modesta cantidad por jubilación que le permitía vivir bien, pero hace unos años quedó viudo.

El dinero que recibía de la pensión le era suficiente para sus necesidades, pero tenía un problema, ya que el hombre joven que se había parado a su lado era su hijo.

La situación es que el joven se negaba a trabajar, y también a buscar empleo, se quedaba todo el día viendo los programas de televisión en la casa y consumiendo hasta la despensa que el hombre de edad compraba.

Con voz amarga dijo: “Es mi hijo, pero ya no lo aguanto y no lo puedo mantener, ya le dije que se fuera, pero se niega a abandonar la casa”

Era evidente que el muchacho no trabajaba, ni cumplía ninguna obligación en la casa, no ayudaba a su padre anciano y además causaba muchas molestias.

Luego el hombre retirado guardó silencio y tras largo rato solo dijo una palabra:  “¡Sáquenlo!”

El oficial de mayor rango se dirigió al joven para decirle con voz serena: “Junta todas tus cosas, ya oíste a tu padre”, le explicó que tenía derecho a estar en la casa de su padre cuando era menor de edad y también a que lo alimentara, pero esa obligación del hombre mayor había acabado hace años cuando el muchacho cumplió la mayoría de edad.

El joven pareció tardar en entenderlo, pero luego entró a la casa y salió llevando en la mano una bolsa de papel que parecía contenía su ropa y efectos personales.

Los oficiales lo subieron al interior de una patrulla que abordaron también y luego que el hombre de edad dio las gracias a los policías los vehículos se alejaron de la casa.

A varias cuadras de distancia del lugar, ya en otra colonia, el sargento que dirigía al grupo de policías le dijo al joven; «No estás detenido, pero nunca regreses a esa casa no es tuya, es de tu padre y ya no tiene la obligación de alimentarte tampoco, si intentas regresar, quedarás detenido».

Luego lo bajaron de la patrulla y el joven siguió caminando alejándose de los policías en dirección desconocida.

Yo meditaba, tenía que regresar al cuartel de la policía municipal para seguir con mi trabajo. La historia que presencié, era interesante, pero no tenía interés noticioso, y no era publicable, por ser un asunto entre particulares.

Así que, al no haber noticia, yo tenía que seguir buscando otras historias, era parte de mi trabajo.

Mientras pensaba ¿Cuántos jóvenes al crecer y hacerse adultos piensan, como en este caso, que la obligación de mantenerlos y darles casa es de sus padres?, ¿Cuántos adultos viven en este error tal vez por cariño a sus hijos o por ignorancia? Quizá la cifra puede ser descomunal, pero no deja de ser injusto.

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