EL CASO DE “EL NEGOCIO” EN LA COL. PÁJAROS AZULES
Crónicas de un reportero policiaco
Por: Rene Martínez
Una tarde mientras revisaba los reportes del día de la Policía Municipal en ciudad Guadalupe, vi llegar una patrulla que ingresó al patio llevando a un detenido, para ingresar a celdas.
Le seguía otra más que traía a varias mujeres en calidad de detenidas y rápido intuí que las dos provenían del mismo lugar.
Esperé a que los condujeran ante el Juez Calificador y se evaluara la situación en que fueron sorprendidos y que motivó que perdieran su libertad.
Salí al patio a buscar la banca que estaba en las afueras, a un lado de la pared de barandilla, para encender un cigarro y esperar; al tiempo que se alejaba una de las patrullas que habían traído a los detenidos a las celdas y el policía, que estaba de guardia, me hacía una seña convenida entre todos, para que pusiera atención en ese caso.
Había que esperar a que ingresaran a celdas y se elaborase la documentación correspondiente para recabar los nombres y los hechos del caso, pues las fotografías las había captado mientras eran bajados de las patrullas y conducidos a celdas.
El caso estaba simpático, todos: ellas y el hombre, tenían diferentes domicilios en la colonia denominada “Pájaros Azules”, que había crecido grandemente de manera clandestina, en terrenos sin dueño ubicados en la falda del cerro de La Silla, por familias humildes de los llamados “posesionarios” que invadían un lote de terreno y construían su casa con madera y hasta con papel cartón.
El servicio de transporte urbano los dejaba al pie del cerro, sobre la carretera (hoy av. Juárez) y tenían que caminar largos trechos en la pendiente para llegar hasta donde se hallaba su domicilio.
Llamaba la atención que solo había un hombre de avanzada edad entre los detenidos, el resto del grupo eran mujeres más jóvenes.
La intervención de la policía municipal fue debido a que un hombre informó a unos patrulleros que pasaron por la carretera a Reynosa, que no encontraba a su mujer y que sospechaba que la tenían secuestrada en una casa ubicada en la parte más distante de orillas de la colonia sobre la falda del cerro, casa que se hallaba muy arriba de donde estaba la carretera.
Se ofreció a llevar a los policías hasta el lugar y ante esto, los oficiales pidieron la asistencia de otras unidades pues había que escalar la falda del cerro en pendiente para llegar a la casa indicada y les parecía extraña la petición del vecino de la colonia.
Se reunieron un grupo de oficiales para dirigirse hacia la casa señalada en la parte más alta de la colonia y que lucía solitaria pues no había otras casas a su alrededor.
Las vecinas decían, que en el lugar habitaba un médico brujo y que les preparaba un brebaje a manera de infusión, con hierbas que les curaba todos sus malestares.
Así que, mientras los hombres salían a cumplir con su trabajo, lo cual para muchos significaba estar alejados de su casa desde horas de la mañana hasta las primeras horas de la noche, los vecinos veían pasar a las mujeres de la colonia dirigiéndose hacia arriba del cerro donde se encontraba la casa del brujo.
El caso es que el hombre atribulado, había salido a trabajar desde la mañana, pero ya en su trabajo, se encontró que no había nada que hacer ese día y le dieron el día de descanso por lo cual regresó a su domicilio…. y lo encontró vacío.
Su mujer no se encontraba. La casa estaba sola y al ver que avanzaba la tarde y ella no regresaba comenzó a sospechar que algo malo podía haberle pasado y solicitó la presencia de la policía para que la buscara en los alrededores de la colonia.
No tardaron mucho en llegar el grupo de uniformados al pie del cerro e iniciaron el ascenso a hacia la colonia buscando a la mujer y preguntando por ella a todos los que se cruzaban en su camino.
Al llegar hasta donde se hallaba la casa del supuesto “brujo” escucharon que había música con alto volumen.
Y en la galería, al frente de la casa no se hallaba la mujer que buscaban, era un grupo de mujeres que se encontraban en sillas y mecedoras al frente de la casa, conversando alegremente entre ellas y disfrutando de la música y hasta algunos entremeses que ellas mismas habían preparado en lo que parecía una alegre reunión.
El hombre las conocía a todas por su nombre, pues eran sus vecinas, y ante sus preguntas del paradero de su esposa, la música fue suspendida.
Las mujeres callaron, se miraron una a otra en silencio.
Nada contestaban de lo que se les preguntaba. Ante la sospecha de que algo extraño estaba pasando uno de los oficiales se acercó al frente de la casa y escuchó algo que le pareció un grito proveniente del fondo de la casa de un cuarto extra de madera, que estaba en la parte posterior de la vivienda.
Ante la sospecha de que algo pasaba, los uniformados entraron a revisar el último cuarto a petición del hombre que buscaba a su esposa y la encontraron en el cuarto de atrás, sin la ropa puesta y con otro hombre, mientras ambos estaban sobre un sucio camastro improvisado.
Todos fueron detenidos, el “brujo” fue localizado escondido entre el monte a un lado de la casa.
¡La casa era un pr0stíbul0 clandestino! Ellas fueron detenidas por ejercer la pr0st1tuc1ón de manera ilegal y sin contar con tarjeta de salud, y el hombre por regentear el negocio donde había venta de cerveza y licor para que se alegraran los “clientes” que provenían de otras colonias y daban un gran rodeo por el cerro, para no pasar por las calles de la colonia “Pájaros Azules” y que no los vieran que se dirigían al burd3l ilegal.
Ante el arresto y la revisión del lugar, las cosas se complicaron, pues también encontraron envoltorios de m4r1hu4n4, escondidos en el interior del ropero del “brujo”.
El caso tomó por sorpresa a todos, hasta a los comandantes de policía con más experiencia, que ni siquiera sospechaban que eso ocurría ahí.
Era un secreto a voces entre las vecinas de la colonia y los hombres de las colonias contiguas ya que se supo que venía funcionando desde hace varios años.
Contra lo que yo pensaba, ningún periodista acudió a buscar noticias a la delegación municipal y este caso resultó ser uno de los más notorios en todo el mes y sólo el periódico donde yo trabajaba dio a conocer la noticia.
Un mes después, el comandante de sección de la policía que tuvo a cargo el caso, perdió su trabajo, entre los policías de menor rango decían que fue debido a una maldición que le lanzó “el brujo” cuando fue detenido, cosa que a todos nos provocaba risa.