Domingo, era el mayor de seis hermanos, junto con sus padres vivían en la aldea de Cipreses en Momostenango, Totonicapán en Guatemala, apenas sacaba entre 400 y 500 pesos semanales para apoyar en el sustento de la familia, su padre Don Francisco no quería que se fuera a Estados Unidos, pero Domingo quería sacar a su familia de la pobreza; no sabía lo que le esperaba.
Salió de su humilde vivienda hace poco más de 15 días, no traía dinero, alcanzó a juntar solamente una parte de lo que le cobraban los coyotes para el paso desde México hasta Estados Unidos, el resto tendrían que pagarlo después. En su casa se quedaron sus hermanos y sus padres que se dedican al comercio ambulante.
Domingo Ixocy Itzep, de 32 años, emprendió el viaje junto con otros siete guatemaltecos, se les unieron tres hondureños, y tres personas más, uno de estos últimos al parecer mexicano.
En tanto, la familia de Domingo, aunque esperanzada, estaba triste pues el primer hijo, el hermano mayor, el soporte de la familia; ya estaba lejos y no habían tenido noticias de su llegada, mientras, ellos en su humilde choza construida de madera, bloques de sillar y techo de lámina se reorganizaban para seguir en búsqueda de sustento diario.
Domingo ya había logrado pasar la frontera con México, y junto con los otros migrantes cruzaron a lo largo del país, pese a los fuertes riesgos que eso implica en una nación que poco a poco se ve sumergida en la delincuencia y donde los migrantes son la principal carne de cañón.
La meta de Domingo, estaba a punto de llegar a su fin, ya había avanzado cerca de dos mil kilómetros desde su natal Totonicapán, le restaban solamente 350 kilómetros para logar el objetivo, cruzar la frontera y empezar una nueva vida y así poder enviar recursos a su familia y tratar de que vivieran mejor de como los dejó.
Sólo eran tres horas, tres horas, y llegaría. No tenía idea de cómo le iba a hacer para conseguir un trabajo, no sabía si tendría problemas al cruzar en la frontera, su mente, su meta, su objetivo era claro, trabajar, progresar, sacar dinero y mandarlo a su familia, después buscaría formar una familia y quizá hasta tener hijos. En solo unos minutos todo, todo quedó solo en eso.. un sueño.
Domingo y los otros 13 migrantes iban a bordo de una camioneta Silverado 2013, todos en la cabina y el asiento posterior de la misma.
Se dice que la brecha que usó el conductor de la camioneta, frecuentemente es utilizada para evadir retenes policiacos.
No se sabe a ciencia cierta qué pasó, pues hay versiones que aseguran que el conductor viajaba a exceso de velocidad, otra que eran perseguidos por una patrulla. Lo cierto es que alrededor de las 11:40 horas del pasado martes 7, circulaban a la altura de kilómetro 37 de la carretera Pesquería-Los Ramones, cerca del ejido Santa María La Floreña cuando el sueño se convirtió en pesadilla.
Un posible mal giro, o una vuelta inesperada, o una pérdida de control o tal vez todo lo anterior producto de una posible persecución provocó que la camioneta se volcara en una acequia del lugar quedando a una profundidad de dos metros. Según el reporte oficial 12 cuerpos quedaron en el interior de la camioneta, los restantes debajo de la misma. Entre los primeros se encontraba el de Domingo.
Por algo Don Francisco no quería que Domingo se fuera en la búsqueda del sueño americano, tal vez presentía algo, pero el deseo de apoyar a su hijo pudo más.
“Hace unos 20 días, él me dijo somos pobres, usted anda de ambulante, buscando la plata para la comida. Aquí vamos a luchar por la vida le dije (para que se quedara) y él dijo no papá, me voy, deme permiso, y se fue” declaró Don Francisco a un medio de comunicación Guatemalteco.
El cuerpo de Domingo aun no es repatriado, las autoridades forenses aseguran que ninguno de los hoy occisos presenta signos de haber sido torturado, baleado o con alguna otra agresión, y expide un certificado que la causa de muerte fue asfixia por sumersión.
Hoy Elena Ixcoy, su hermana, solicita ayuda para el sepelio, el cuerpo de su hermano aún no les llega, pero saben que tendrán que hacer un fuerte gasto con un dinero que no tienen.
Pero además tendrán que pagar la deuda que representó el viaje hacia el país del norte porque ese pago, también están obligados a hacerlo, que si bien es cierto no se logró el objetivo, el compromiso de pago estaba hecho.
Domingo es solo una historia más de las miles que se viven y se escriben diariamente sobre personas de origen humilde cuyo único pecado es pretender salir adelante en la vida y sacar de la pobreza a su familia