LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Igualdad y respeto.
Por: Edilberto Cervantes Galván
Entre los temas que se analizan y discuten públicamente en México, el de la violencia es quizá el más sensible ya que afecta lo más preciado: la vida de los seres humanos.
A los cientos de miles de muertes que se han registrado en los últimos lustros, como resultado del conflicto armado asociado a la delincuencia organizada, se destaca en tiempos recientes otro tipo de violencia igualmente dolorosa: la que se ejerce contra las mujeres y contra los niños.
La violencia, que se plantea como un asunto de la vía pública, tiene ahora, y desde hace tiempo, una expresión íntima, en los hogares, en el seno familiar.
Los intentos de contención de la violencia abierta se han sustentado en el uso de la fuerza pública, con éxito muy relativo. Sin embargo, no se ha planteado ninguna política pública integral enfocada a contener la violencia que se manifiesta hacia la mujer y hacia la infancia, en el hogar, en las calles, en los centros de trabajo.
Las cifras de esta violencia que se han publicado en los últimos días son preocupantes, registran promedios diarios y circunstancias que llegan a la nota roja. Es entonces una expresión de violencia cotidiana.
El movimiento de las mujeres en favor de una vida segura y de respeto igualitario ya es histórica. No obstante, si bien se registran algunos avances en el ámbito laboral y en el político, la situación social de la mujer dista mucho de una igualdad y certeza de respeto plenas.
Para la protección de los infantes se han creado instituciones asociadas al gobierno enfocadas al “desarrollo” de las familias. Existen asociaciones civiles y organismos privados que trabajan en pro de las niñas y niños en desventaja, por pobreza o por enfermedad. Pero las cifras de violencia hacia los niños muestran que el fenómeno crece.
¿Es un asunto de políticas públicas? Claro que si. Pero como toda política publica debe encontrar un respaldo en la sociedad para ser efectiva.
Se requiere impulsar una nueva cultura de la convivencia, no sólo en el espacio público sino sobre todo y a partir del ámbito familiar. Claro que cambiar los patrones de conducta no es nada fácil ni es algo que se logre a corto plazo. Pero creo que es un asunto que merece atención urgente y sobre el cual hay que desarrollar una conciencia social que haga cambiar costumbres y enfoques.
La prensa nacional ha señalado eventos en los que se han criminalizado las protestas públicas de las mujeres. No esperemos a ver en la calle a niños, niñas y adolescentes, clamando por seguridad en los hogares.
Una nueva cultura en la convivencia familiar tendrá que ser impulsada desde la escuela, no hay otra institución a la cual acudir. Un ejercicio de reeducación social enfocado en las conductas individuales de docentes, alumnos y padres de familia.
El Conalep en Nuevo León, escuela preparatoria técnica pública, acaba de dar a conocer la puesta en vigor de un Protocolo institucional para la Prevención, Atención y Sanción de casos de Hostigamiento y Acoso sexual. El propósito central es el de desarrollar protección para alumnos y alumnas contra toda forma de violencia. Se trata de desarrollar una cultura de la prevención con información y difusión de criterios y valores entre los alumnos, los docentes y los padres de familia: cero tolerancia hacia la violencia; no a la discriminación y no al maltrato como forma de relación social. Esta iniciativa será adoptada por el sistema Conalep a nivel nacional.
El proceso de elaboración de este Protocolo fue altamente participativo, con sesiones de orientación y análisis en los que se abrió el tema a la comunidad de Conalep NL. Participaron organismos como el Instituto Estatal de la Mujer de Nuevo León y otras instancias públicas estatales. El propio proceso de elaboración contribuyó a socializar el tema y se dejó expresar las opiniones de la comunidad escolar. Es un primer paso.
El asunto de la violencia en la vida diaria: en la casa, en la escuela o en el trabajo, reclama una atención prioritaria urgente de la sociedad y del gobierno.