Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado”. Voltaire.
En Venezuela, país que junto con Cuba es un ejemplo a seguir para la 4T, muchas mujeres tienen que dar a luz en la calle por la incapacidad hospitalaria de atenderlas ante el desabasto de equipos, personal y medicamentos.
La mitad de los médicos del país, junto con otros cuatro millones de venezolanos, han marchado al extranjero buscando mejores condiciones de vida, lo que explica en parte que la mortalidad materna se haya disparado un 65% y la infantil en un 30% solo el año pasado.
La economía tiene siete años en picada: apenas en el 2019 cayó un 30% antes de la epidemia por Covid-19. Venezuela es un ejemplo del gran fracaso del llamado “socialismo del siglo XXI” que se trata de implementar en América Latina después del naufragio del sistema comunista mundial que se evidenció desde la caída del muro de Berlín en 1989.
Un país de los más ricos del mundo y que cuenta con las mayores reservas de petróleo, es hoy uno de los más miserables como resultado del manejo de un puñado de mediocres que se aferran al poder en contra de la voluntad del pueblo y con apoyo de la fuerza bruta del corrupto y desleal ejército de esa nación.
La historia mundial refleja que, en un sistema libre y democrático, los gobiernos cambian cuando la gente lo demanda, y por ello los políticos tienen que ser capaces de brindar bienestar a sus gobernados para seguir vigentes. En cambio, en un sistema socialista, generalmente encabezado por políticos mediocres y corruptos que quizá llegaron al gobierno por la vía democrática, en lugar de tratar de realizar las cosas bien y ganarse cabalmente la voluntad del pueblo, utilizan el engaño y la represión para mantenerse en el poder.
Pasando ahora a México, afortunadamente se está formando una gran fuerza ciudadana que demandará el rescate de la división de poderes en el Congreso Federal en las elecciones de junio de 2021, porque se ha dado cuenta que López ha pasado de ser un peligro, a un verdadero desastre para el país.
El rescate es necesario porque desafortunadamente se agudizarán las crisis sanitaria, económica, social y de seguridad que han sido pésimamente manejadas por el Gobierno federal, realidad de la que cada día más se convence la población.
Por ello, viendo cómo se las gasta la 4T, es de suponerse que, si López observa que no le favorecen las encuestas, quiera tratar de cancelar el proceso electoral, posponerlo, o incluso intentar robarse la elección.
Y esto no sería posible sin el apoyo del Ejército mexicano, al que le puede ordenar reprimir las protestas públicas en caso de la primera alternativa, o de viciar las elecciones, en la segunda.
Es así como se ha fincado el futuro del país, por ello mencionamos que la lealtad de las Fuerzas Armadas está bajo asedio ya que la 4T ha tratado de corromperlas al ordenarles la realización de 13 importantes tareas civiles en donde se manejan miles de millones de pesos.
Entre estas se encuentra la construcción del aeropuerto Santa Lucia, 2,700 sucursales bancarias del Banco del Bienestar, algunas obras del Tren Maya, y hasta el manejo de las aduanas y los puertos marítimos del país.
Pensamos que López, anticipando el estrepitoso fracaso de su gestión y con el deseo de perpetuarse en el poder, quiera controlar a los militares.
Así que los militares tendrán que tomar muy pronto la más grave decisión de su historia: el de seguir siendo fieles a México y los mexicanos, o al gobernante en turno que se empeña en destrozar al país.
Sin embargo, hay que tener bien presente que los más grandes contrapesos a los excesos de poder de la 4T son: “la cruda realidad” y “los Estados Unidos”, que nunca permitirán 3,000 kilómetros de frontera con una dictadura que los agobie con graves problemas de seguridad y millones de migrantes hambrientos.
López trata de semejarse a Morelos, Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas, y ojalá por el bien suyo y del país no acabe repitiendo los horrores de la administración del traidor Victoriano Huerta.
El general Secretario a cargo de las Fuerzas Armadas tiene tres opciones: imitar en lo básico al legendario héroe nacional Ignacio Zaragoza, seguir la ruta de Miguel Miramón, o de plano y dada la gran podredumbre del sistema político que padecemos, darnos la grata sorpresa de ser el Lee Kuan Yeu mexicano.
Tenemos una gran fe en que los principios de nuestro glorioso Ejército nacional sigan prevaleciendo en forma permanente: honor, lealtad, patriotismo, valor y abnegación.