MONTERREY, N.L.- Lo que parecía la desaparición de un maestro de la UDEM Sergio Humberto Sepúlveda se convirtió en lo que podrías ser el capítulo de una historia de terror, pues los criminales luego de asesinarlo, colocaron el cadáver en unas bolsas de plástico y luego cavaron una fosa en el Panteón Municipal de Monterrey, donde lo sepultaron.
Fue el pasado 11 de septiembre cuando Julio, de 33 años de edad, quien era conocido del maestro ingresó a la casa en la colonia Misión Cumbres, junto con Luis Adolfo, y otra persona más que ya es buscado por las autoridades, donde lo asfixiaron.
Después de robar algunas pertenencias embolsaron el cadáver y los subieron al carro de la víctima y después lo llevaron hasta el panteón municipal donde lo sepultaron de manera clandestina, días después el auto Polo fue encontrado abandonado y encontraron algunas evidencias.
Hasta ese momento pensaron que habían cometido el crimen perfecto, pero no se imaginaron que su maldad quedaría grabada en cámaras de seguridad y fue como las autoridades lograron dar con los responsables del asesinato.
Los familiares interpusieron la denuncia de desaparición y después de dos meses de ocurridos los hechos, las autoridades realizaron tres cateos en una casa ubicada en la colonia ubicada en la colonia Valle de las Cumbres donde vive Julio, quien es taxista Uber e instructor de box.
Así como el domicilio de Luis Adolfo, quien vive en la colonia Portal Lincoln, en García donde recolectaron algunas evidencias y posteriormente el día 8 de noviembre, con las declaraciones de los detenidos, acudieron al Panteón municipal de Monterrey en la avebida Lincoln y dieron con una fosa clandestina donde encontraron el cuerpo en unas bolsas de plástico ya en estado de descomposición.
Aunque todo indica que se trata del cuerpo del catedrático, la fiscalía del Estado se encuentra en espera de los resultados de ADN para confirmar la identidad.
La Agencia Estatal de Investigaciones ejecutó órdenes de aprehensión contraJulio y de Luis Adolfo, quienes fueron internados en el Cereso de Apodaca a disposición de un juez de control.