octubre 27, 2025 3:31 am
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EL CASO DEL VAQUERO GALÁCTICO

EL CASO DEL VAQUERO GALACTICO

Crónicas de un reportero policiaco

Por: Rene Martínez

Tal vez muchos lo recuerden como un personaje que les divirtió en su infancia durante sus paseos en la calle Morelos en el centro de Monterrey donde se encuentran instaladas las principales cadenas comerciales con establecimientos de venta al público de Ropa, comida y otras cosas, tan famoso el paseo comercial que tras de ponerse en práctica a mediados de la década de los años ochenta surgió en la gente del pueblo el término: “Morelear” como sinónimo de ir de compras o solo a ver mercancías que ofertan en las tiendas principales de la ciudad.

Por lo tanto, desde que abren sus puertas las tiendas comerciales se inicia una actividad de gente que acude masivamente al lugar para estas actividades y el aforo de personas no para en todo el día hasta que los espacios de ventas de los comerciantes comienzan a cerrar sus puertas.

Este constante circular de personas caminando, ya que es un paseo peatonal, no pasó desapercibido por los artistas callejeros que suelen hacer sus representaciones en lugares públicos.

Sólo que para realizar esto como actividad económica, tienen que solicitar un permiso municipal, avisar el promedio de ingresos diarios que realizan con esta actividad y por lo tanto quedan sujetos a pagar impuestos como cualquier ciudadano.

Los artistas callejeros no tardaron en aparecer y disputarse las principales esquinas con mayor paso de personas en el lugar y así con el tiempo vimos aparecer desde músicos con un solo instrumento, grupos musicales, personajes que hacían mímica, otros que contaban chistes, pero el permiso a vendedores ambulantes estaba grandemente prohibido y solo se permitían algunos en los alrededores del paseo comercial.

La gente, que acude a este centro comercial, pronto se acostumbró a ver los artistas callejeros y a obsequiar algunas monedas al verlos terminar su espectáculo callejero.

Pero en los años ochenta, surgió uno que llamaba mucho la atención, la idea no era suya originalmente pues la tomó de otros personajes que ya realizaban esta caracterización en Nueva York y otras grandes ciudades de los Estados Unidos y era el vestir de ropa característica del vaquero al estilo de Hollywood pero con toda su ropa y su piel incluyendo manos y pies pintados de plateado.

Se hacía llamar “El vaquero galáctico” para llamar más la atención de la gente y por lo llamativo de su espectáculo varias veces fue entrevistado por reporteros que laboraban para diversos medios de comunicación masiva de la ciudad.

La gracia, además, consistía en fingir ser una estatua y quedarse inmóvil ante el paso de la gente y repentinamente realizar un movimiento para quedar paralizado de nuevo durante algunos minutos.

Sus poses y ademanes eran muy variados y llamaban mucho la atención de los paseantes quienes algunos le regalaban algo de dinero en una manta pequeña que ponía a sus pies y, a veces, una caja de zapatos con una ranura para que se depositara el donativo que esperaba recibir.

Pronto se convirtió, con el paso de las semanas, en una parte del paisaje urbano del centro de la ciudad pero en lugar de otros, que buscaban paseos como la Alameda central o plazas públicas para realizar su actividad artística, él lo hacía en plena calle Morelos.

Era un hombre joven, no mayor de treinta años según todos lo recuerdan, quién era visto con cierta simpatía tanto por los comerciantes como por la gente que acudía a los centros comerciales.

Su estancia como artista callejero en las calles del centro comercial de la ciudad llegó a prolongarse durante varios meses, tal vez más ante la complacencia de todos.

Sin embargo, un día cuando menos se esperaba la policía lo arrestó en el lugar y fue conducido a celdas de inmediato, pues a los agentes investigadores les dio también por observar sus actos y pronto se dieron cuenta de lo que disfrazaba con su aparente actividad de artista.

Entre sus pertenencias a un lado de donde se presentaba, junto con la caja que usaba para que le depositaran donativos, se encontraba una pequeña bolsa de tela, la cual muchos pensaban que se trataba de su ropa para cambiarse al terminar su presentación, lo cual era verdad, pero además ocultaba ahí dentro una bolsa conteniendo carrujos de marihuana y otras drogas que procedía a distribuir en el centro de la ciudad entre sus “clientes” que esperaban a que terminara la función para acercarse a él y entregarle más dinero, sólo que a cambio de la droga que distribuía.

Desde entonces desapareció esa imagen de las calles del centro de la ciudad y hasta el momento no hay quien quiera adoptar ese personaje para llamar la atención y pedir monedas a los paseantes.

Y es que, si alguien lo hace de nuevo, no recibirá dinero pues el caso se hizo muy famoso y muy comentado entre la gente de la ciudad por la sorpresa que causó su detención, y porque aún se recuerda lo ocurrido, no habrá dádiva alguna de los paseantes para un personaje de éstos.

Además de que sufrirá el constante monitoreo y hasta revisiones corporales y entre sus pertenencias por parte de las autoridades para que el insólito caso no vuelva a repetirse en pleno centro de la ciudad.

Por eso el “Vaquero galáctico”, ya no será visto pues los artistas callejeros ya no quieren ni representarlo ni acordarse de su presencia y actividades con las cuales logró engañar, tanto a la gente que acudía al lugar como a las autoridades que vigilan el popular sector comercial.

Ya no habrá “Vaquero” de nuevo. Nunca más.